Poema: El zagal de Heinrich Heine

El zagal

Rey es el zagal errante:
verde colina es su trono;
a su frente ruda y libre
da el sol su corona de oro.
Tiene en los mansos corderos
cortesanos meritorios;
arrogantes adalides
en los becerros indómitos.
Comediantes de su corte
son los juguetones chotos;
música le dan las aves
y los esquilones broncos.
Los árboles le acompañan,
las cascadas le hacen coro;
y con tan dulce concierto,
se duerme el rey poco a poco.
Gobierna entre tanto el reino,
ministro fiel y celoso,
un mastín, cuyos ladridos
llenan aquellos contornos.
-«¡Oh! ¡cuán pesado es el cetro!»
dice el rey con un sollozo:
estar quisiera ya en casa
con la reina a quien adoro.
«En sus brazos mi cabeza
encuentra el mejor apoyo,
y mi vasta monarquía
está encerrada en sus ojos».

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En el Brocken

La naciente luz del día
rasgó triunfal las tinieblas;
pero aún, opaca y sombría,
inunda la serranía
la avalancha de las nieblas.

¡Ah! Si las alas del viento
me diera un encantador,
veloz como el pensamiento
volara al grato aposento
donde reposa mi amor,

Apartando suavemente
la cortina transparente
de su lecho virginal,
te besaría la frente
y los labios de coral.

Y acercándome a su oído,
con aliento reprimido,
le dijera luego así:
«Sueña que no te he perdido,
y que aún vives para mí».